Al final de su maravilloso libro “Vigilar y castigar”, Michel Foucault reúne una serie de gráficos tan sugerentes y didácticos que nos ponen inmediatamente al corriente del sentido general de su estudio. En particular, la última lámina muestra un árbol encorvado e irregular sujeto de manera violenta a un erecto tronco o padrino; abajo leemos “La ortopedia o el arte de prevenir y de corregir en los niños las deformidades corporales”. Es extraño y tremendo ese arte de enderezar, de obligar a los cuerpos a coincidir con una morfología determinada, ya sea un niño o un indefenso árbol. Sabemos que esa tendencia es mucho más que una disposición estética; desde el panóptico de Jeremy Bentham hasta las exhaustivas comparaciones de Cesare Lombroso y desde la representación renacentista hasta los actuales cánones de belleza, el cuerpo humano sufre los arrebatos de la ciencia y sus artefactos, sus ansias de control y de poder.
En el ensayo fotográfico “La métrica y la lágrima” se descubren las facetas de un experimento que se vivió en carne propia: la experiencia de la corrección física. Dicha práctica, con resabios de trauma se presenta, no sólo como tortura manifiesta, sino también como reflexión en torno a la mirada. En este sentido, el dispositivo fotográfico también vale como “padrino” o corrector de lo que vemos, la mirada se amolda a las coordenadas implícitas de la máquina. Es importante saber que los aparatos de laboratorio y técnicos son, además de objetos, teorías. El diseño mismo de su dispositivo implica una función de verdad previa, cuando capturamos el mundo imprimimos en él, una perspectiva, un despliegue escenográfico y un propósito estético.
En su viaje por la Precordillera argentina, en las provincias de Salta y Catamarca, Goymil descubre un paisaje donde redimir la imagen de sus correcciones resulta factible. Su interés se aleja de lo turístico y de lo etnográfico, más bien, sus recursos son introspectivos y poéticos. Los lugares, captados por él, sucumben en pequeños e indefinidos detalles o en voluptuosos planos texturados, sus escenarios se presentan como inéditas cartografías. En el montaje combinado de artefactos y paisajes se teje un singular lenguaje, un entramado de signos que dibujan un nuevo sistema. Al incluir, en las mismas coordenadas geológicas, las imponentes estructuras geométricas de los objetos científicos y la extensa superficie del suelo montañoso, un único espacio se revela en unidad. La mirada renovada conspira en favor del misterio anulando, sin más, la amenazante carga de la métrica y sus correcciones.
Así, Goymil pareciera intuir otra forma de la medición, aquella que coincide con los dichos de Martín Heidegger cuando se refiere a la poesía como la medida necesaria entre dioses y hombres, entre lo invisible y lo visible. Una lágrima, es en este caso, la expresión dedicada a los atropellos de la ciencia pero también la más bella y poderosa prueba material de un exceso, adorablemente, liberador.

Metrics & Tears
The photographic essay "Metrics & Tears" unveils an experiment that the artist has lived in his own flesh: the experience of a physical correction. With remnants of trauma, this process is presented not only as an overt torture, but also as a reflection around ways of seeing. Here, the photographic device appears as 'mentor' or corrector of what and how we see: the gaze that conforms with the implicit coordinates of the machine. It is important to know that lab and technical devices are not only objects, but also theories. The design of a device itself, implies some sort of previous truth. When we capture the world, we imprint on it a perspective, a scenography, an aesthetic purpose.
Along his trip throughout the Argentine foothills of the Andes in the provinces of Salta and Catamarca, Goymil discovers a landscape where the redemption of an image of the physical corrections he went through becomes feasible. His interest moves away from the touristic and the ethnographic perspectives to a rather introspective and poetic glance. Goymil captured places surrendering to small and indefinite details or in voluptuous textured planes, scenarios that emerge as hidden cartographies. In the gathering of artifacts and landscapes, a unique language is woven, a mesh of signs that trace a new system. By including in the same geological coordinates, the imposing geometric structures of the scientific objects and the extensive surface of the mountainous ground, a single space is revealed in unity. A new gaze conspires in favor of the mystery dissolving the threatening metrics and their rectification powers.
Mariana Robles
Exhibición Museo de la fotografia Palacio Dionisi (Córdoba, Argentina, 2018)

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